Glaucoma: enfermedad degenerativa crónica que afecta al nervio óptico y se caracteriza por daños en las fibras nerviosas que lo constituyen y la consiguiente pérdida del campo visual. Si no se trata, la reducción progresiva del campo visual puede provocar ceguera.
El principal síntoma es un estrechamiento progresivo del campo visual.
El tratamiento del glaucoma implica dos tipos de estrategias: quirúrgica y farmacológica.
El tratamiento farmacológico representa la primera opción y utiliza medicamentos para el glaucoma cuyo objetivo es la reducción del factor de riesgo principal del glaucoma, la presión intraocular (PIO). En caso de que no se alcance el objetivo de la PIO solo con fármacos, es posible recurrir al tratamiento paraquirúrgico (tratamientos con láser) o a la operación quirúrgica más adecuada.
El glaucoma es una enfermedad degenerativa crónica que afecta al nervio óptico y se caracteriza por daños en las fibras nerviosas que lo constituyen y la consiguiente pérdida del campo visual. Si no se trata, la reducción progresiva del campo visual puede provocar ceguera.
El glaucoma es un problema social importante: es la segunda causa principal de ceguera en todo el mundo y afecta a aproximadamente a 60 millones de personas, lo que provoca que haya más de 8 millones de personas con ceguera por este motivo. Además, aproximadamente el 50 % de los sujetos con glaucoma no saben que lo padecen.
Es una enfermedad que llega por sorpresa porque a menudo la descubrimos cuando los cambios en la visión ya están muy avanzados, aunque no hayamos observado ningún síntoma antes. Sin embargo, si se diagnostica y se trata adecuadamente, puede controlarse eficazmente y permitirá una buena visión durante el resto de la vida del paciente.
Existen muchos factores de riesgo asociados al inicio de la enfermedad. Los principales son:
• presión intraocular (PIO) elevada,
• edad avanzada,
• predisposición familiar.
El valor de PIO se determina mediante un líquido que circula en el interior del ojo, el humor acuoso. En un ojo sano, la relación entre el humor acuoso producido y el eliminado es el adecuado para mantener una presión intraocular constante, normalmente de entre 11 y 20 mmHg. En cambio, en presencia de glaucoma, esta relación se ve alterada debido a una reducción del flujo de eliminación del humor acuoso que se produce en la malla trabecular (una estructura que permite la salida de este líquido del ojo).
El glaucoma puede clasificarse de varias maneras:
• según la etiología, el glaucoma puede ser primario, cuando se produce en ausencia de otras enfermedades oculares o sistémicas, o secundario, cuando se combina con enfermedades preexistentes;
• según la alteración del flujo de salida del humor acuoso, distinguimos entre el glaucoma de ángulo abierto, debido a un aumento de la resistencia al flujo de salida a nivel de las mallas trabeculares, y el glaucoma de ángulo cerrado, donde existen problemas anatómicos que impiden la llegada del humor acuoso a la malla trabecular;
• sobre la base del valor del factor de riesgo principal, la PIO, distinguimos entre el glaucoma de alta presión y el glaucoma de presión normal.
Más allá de estos tipos, existe el glaucoma congénito o adquirido, si la PIO es mayor de lo normal desde el nacimiento, y el glaucoma infantil si surge durante los primeros años de vida.
La presión intraocular elevada y el daño resultante que sufre el nervio óptico no son perceptibles y, por lo tanto, el síntoma principal es un estrechamiento progresivo del campo visual. Por desgracia, en las primeras fases, no es posible conocer dicha limitación sin una exploración ocular.
Existen varias pruebas útiles para excluir o diagnosticar la presencia de glaucoma:
1. tonometría, que se utiliza para medir la presión intraocular;
2. oftalmoscopia, que permite una exploración objetiva del nervio óptico;
3. perimetría (o prueba del campo visual), que permite una evaluación de la función visual global;
4. paquimetría, que mide el grosor de la córnea;
5. TCO, que evalúa el grosor de la capa de fibra nerviosa.
Aparte de la medición de la PIO, algunas de estas pruebas son necesarias para controlar la evolución de la enfermedad.
El tratamiento del glaucoma implica dos tipos de estrategias: quirúrgica y farmacológica.
El tratamiento farmacológico representa la primera opción y utiliza medicamentos para el glaucoma cuyo objetivo es la reducción del factor de riesgo principal del glaucoma, la presión intraocular.
Estos fármacos se toman en tratamientos crónicos, que se administran de forma regular y constante durante toda la vida. El cumplimiento total de las prescripciones terapéuticas es esencial para que el tratamiento produzca los efectos deseados.
En aquellos casos en los que el tratamiento farmacológico por sí solo no sea capaz de alcanzar el la PIO objetivo, es posible recurrir al tratamiento paraquirúrgico (tratamiento con láser) o, alternativamente, al tratamiento quirúrgico. La cirugía más frecuente realizada se denomina trabeculectomía y permite crear un canal artificial para el flujo de salida del humor acuoso.