Los estímulos visuales que se originan en el mundo exterior se perciben mediante las células fotorreceptoras, que se dividen en conos y bastones, y se encuentran en la parte externa de la retina. A continuación, los estímulos se transforman en impulsos eléctricos y se transmiten a través del nervio óptico al cerebro, donde se produce el procesamiento y la percepción de la imagen visual.
Es el espacio comprendido entre la córnea y el cristalino y está relleno de humor acuoso, un líquido transparente, producido por el epitelio ciliar.
La cámara posterior está situada entre el iris y las formaciones que unen el cristalino al cuerpo ciliar; es menor que la cámara anterior y sirve como zona de almacenamiento inicial para el humor acuoso producido por los procesos ciliares. En condiciones normales, el humor acuoso pasa de la cámara posterior a la anterior, donde se drena a través de la malla trabecular. Este proceso se ve alterado si hay glaucoma.
La córnea es una membrana transparente sin vasos sanguíneos, situada delante del iris. Es rica en fibras nerviosas y está constantemente humedecida por la película lacrimal, que se adhiere a su superficie. La córnea es la lente convergente más potente del ojo humano: tiene la función de transmitir las radiaciones de luz que llegan al ojo, y les da la convergencia necesaria para que se refracte en el cristaino y, posteriormente, se enfoque sobre la retina.
Es una membrana vascular que recubre la retina. Su función es alimentar y oxigenar el epitelio pigmentario de la retina, las capas retinianas externas (especialmente los fotorreceptores) y participa en el aporte sanguíneo al nervio óptico.
La coroides contiene un pigmento oscuro que captura rayos de luz que, si se reflejaran en el globo ocular, interferirían en la visión.
Es un tejido de 3-4 mm, situado detrás del iris, que en la superficie interior contiene los procesos ciliares, aproximadamente 70, que sirven para producir el humor acuoso.
Consiste en un material gelatinoso y ocupa aproximadamente 4/5 del volumen total del globo ocular. Junto con la esclerótica, contribuye a conservar la forma del globo ocular, garantizando al mismo tiempo cierta elasticidad y capacidad para absorber impactos. Lo cruzan los rayos de luz y ayuda a convergerlos en la retina.
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Es la lente ocular natural que hay detrás del iris, con la función de converger claramente en la retina los rayos de luz procedentes tanto de cerca como de lejos, gracias a su capacidad de adaptar el foco de la imagen en función de la distancia.
Para realizar esta función, el cristalino debe ser absolutamente transparente. El proceso de opacificación parcial o completa de esta lente natural determina el inicio de las cataratas.
Situadas en la pared lateral de la órbita, son el principal productor de lágrimas y de la capa acuosa de la película lacrimal. El líquido lagrimal, formado por sales, proteínas y una serie de sustancias con acciones antibacterianas y antioxidantes, desempeña muchas funciones beneficiosas para la superficie del ojo (córnea y conjuntiva): lleva oxígeno y nutrientes importantes, expulsa residuos, ayuda a prevenir infecciones, humedece y lubrica los tejidos.
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Funciona como el diafragma de una cámara, gracias a dos pequeños músculos, el músculo orbicular, que sirve para contraer la pupila (miosis), y el dilatador pupilar, que sirve para dilatarla (midriasis).
El iris determina el color de los ojos y puede ser claro (de azul a verde) o marrón (de marrón a negro). Su color depende tanto de la cantidad de pigmento como de los fenómenos ópticos de reflexión y difracción de la luz. En los iris claros, con pocos pigmentos, la luz pasa hasta las capas profundas, donde se refleja adoptando un color claro. Por el contrario, en los iris pardos, ricos en pigmentos, la luz no penetra en las capas más profundas y no se refleja ni se difracta.
Es el área central de la retina, que proporciona la capacidad de reconocer objetos y colores, leer y escribir y otras habilidades visuales englobadas en lo que se conoce como "discriminación visual".
En la mácula hay tres tipos de conos (los fotorreceptores que brindan la capacidad de discriminación del color), cada uno de los cuales es sensible a los rayos de luz de diferentes longitudes de onda, respectivamente rojo, verde y azul. El resultado de la integración de estímulos procedentes de distintos tipos de conos es la imagen visual coloreada. La mayoría de los receptores visuales se concentran en la fóvea central, una estructura muy especializada que permite, en condiciones de mucha luz, la mejor agudeza visual desde lejos y desde cerca, la discriminación de colores y la sensibilidad al contraste.
Está formado por fibras nerviosas que se originan en la retina y salen del globo ocular en un punto llamado disco óptico. Esta es la zona afectada directamente por las alteraciones causadas por el glaucoma. Los dos nervios ópticos salen de sus órbitas a través del canal óptico hacia el quiasma óptico, donde se da una decusación parcial de las fibras nerviosas. La mayoría de las fibras que forman el par de nervios ópticos van a parar al cerebro, donde la información visual se transmite a la corteza visual.
Es el agujero situado en el centro del iris que permite la entrada de luz en el globo ocular. Su diámetro varía en función de la intensidad de la luz. La dilatación (midriasis) y la constricción ( miosis) de la pupila se producen gracias a un conjunto de músculos activado por el sistema nervioso central.
Es una membrana fina que recubre la superficie interna del globo ocular y se divide en dos áreas:
— un área central llamada mácula, que contiene la fóvea central, rica en conos;
— un área periférica y meridiana, donde se encuentran la mayor parte de los bastones y que proporciona la visión crepuscular y nocturna.
La retina transforma los estímulos de luz en impulsos eléctricos que, posteriormente, se transmiten a través del nervio óptico al cerebro.
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Es una membrana fibrosa y opaca que cubre la mayor parte del globo ocular, excepto en la zona frontal, que da lugar a la córnea. Consta de una red densa de fibras de colágeno, dispuesta de forma irregular. Debido a la presión intraocular, la esclerótica se estira y adopta una forma esférica. La presión intraocular y la esclerótica estabilizan la forma del ojo, incluso en caso de presión mecánica intensa, como cuando se producen movimientos oculares rápidos.
La parte de la esclerótica expuesta al aire está protegida por una membrana mucosa transparente, llamada conjuntiva.
Es una membrana fina que se encuentra bajo la esclerótica. Debe su nombre a un entramado denso, lleno de vasos sanguíneos, que le da el aspecto de un racimo de uvas. La úvea está compuesta por el iris, el cuerpo ciliar y la coroides.